¿De dónde nacen las canciones? ¿Y si no hubiera que pensar en irse a Buenos Aires para afirmar una vocación artística? ¿Con qué gestos y convicciones se construye permanentemente una escena local? Algunas de esas preguntas hace a sus colegas el músico rosarino Dani Pérez en “No estén tan seguros. Inventar una escena”, un ciclo de seis entrevistas que se puede ver en YouTube.
Cada capítulo se centra en un referente de distintos géneros de la música rosarina actual: Nasir Catriel, Amelia, Fasciolo, Agus de Bifes con ensalada, Maru y Nico de Bubis Vayins, y Gladyson Panther. Filmado en Audio Buró (el estudio que Dani lleva adelante hace largo tiempo), con realización audiovisual de Santo Estudio, el proyecto surgió como corolario del lanzamiento de “Estribillos”, el segundo disco solista de Pérez, estrenado en 2024, y del cual participan muchos de los entrevistados.
“Parafraseando a Lucrecia Martel, nos toca inventar una escena. No estén tan seguros es nuestro intento de ponerle palabras a ese futuro”, dice la bajada del ciclo, que funciona como un disparador para pensar los desafíos y las complejidades actuales e históricas de la cultura independiente local, pero también para hablar del lado más misterioso del hacer musical: la creación de las canciones.
“Siempre se habla mucho de los famosos, los masivos, que tienen historias épicas como que viene de un lugar humilde y llenó un estadio. Eso es una realidad pero que refleja al 0.01% de los músicos de Argentina. Yo pensaba en qué pasaba con el otro 99% que somos todos nosotros, y qué pasa con ese primer momento de los compositores en particular, con quienes nos paramos en un escenario a cantar lo que escribimos”, cuenta Dani en diálogo con La Capital.
“No hay nada comparable a estar sentado en tu casa y escribir una canción, que haya algo donde antes no había nada. Es algo muy único y de lo que siento que se habla poco. Quería saber cómo era eso para esta gente que yo admiro mucho en el contexto de Rosario”, suma el músico.
“La otra vez escuché de casualidad una parte de una entrevista a Charly en la que le preguntaban cómo se llevaba con que le digan que era un genio, y él decía que él no era un genio porque hacer una canción no tenía que ver con algo intelectual. El primer momento de la génesis de una canción no tiene nada que ver con lo intelectual, sino con algo más misterioso. Después sí entra la intelectualidad y quizás cierta genialidad en cómo llevarlo adelante. Pero el comienzo, que para mí es más interesante porque es un mundo de posibilidades, viene de un lugar que nadie conoce”, agregó el autor.
La idea de la genialidad se pone sobre la mesa en todas las entrevistas del ciclo a partir de una idea de Brian Eno, quien propone en cambio la noción de “escenio”: en vez de personas tocadas por una varita, existen personas en contextos favorables para los procesos creativos. Particularmente en esta época, correrse de la narrativa de un mérito completamente individual y pensar en las condiciones de una escena, es sin dudas potente.
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«La mejor escena rosarina» hasta el momento
En este sentido, Dani abandona toda nostalgia y asegura que “la escena actual rosarina es la mejor” que existió a nivel musical. Sin embargo, esos artistas parecen no tener público en la ciudad en la que nacieron o en la que eligen para desarrollarse.
“Son muchos años de tocar y en todo ese tiempo, me crucé con muchos colegas muy talentosos, que por las condiciones se terminaron peleando con la música. Y la música está bien, no es el problema. La escena actual es ultra potente. ‘No estén tan seguros’ es tomar una posición. Creo que hay que dejar de abrevar en el pasado. Nos toca inventar algo nuevo porque lo anterior ya funcionó, ya falló, ya cumplió su ciclo”, afirma el músico.
En 2026, Pérez, cumple treinta años haciendo música en la ciudad, primero con Los Sucesores de la Bestia y después con su proyecto solista que hoy se materializa en Dani Pérez & Los Versos. De hecho, este jueves 13, a las 21, celebra en El Diablito (Maipú 622) diez años de la salida de su disco “La sombra del primero”.
“Una de las preguntas que dejo flotando en el docu es si es posible no tener que irse de Rosario. Lo mismo va para el periodismo, para el arte plástico, para la fotografía. ¿Sí o sí hay que irse a Buenos Aires? ¿Dejar tus afectos, tu vida, para perseguir tu vocación o tu pasión? ¿O se podría elegir? Sé que hoy suena a una utopía, pero creo que al menos hay que empezar a hacer las preguntas, porque si no parece que todo está escrito en piedra y no es así”, apunta Dani, reafirmando la invitación a la sospecha o al cuestionamiento que anticipa el título.
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De esta manera, Pérez pone en duda la noción de que los rosarinos son fieles a lo propio: los artistas celebrados por su localía son quienes ya están justamente consagrados y en muchos casos (y por lo mismo) no viven en la ciudad. “Se sigue validando lo que ya tiene validación, como la Trova, Fito o ahora Nicki Nicole”, dice Pérez.
“El público rosarino le da la espalda a lo local. Porque si toda la gente que va a un festival como el Bandera, que son como 30000 personas, fueran a todos los shows que hay acá todos los fines de semana, estaríamos salvados. Yo nunca paré de ir a ver shows locales y en un momento te empieza pasar que te encontrás a la misma gente”, evalúa.
Según Dani, este fenómeno es histórico y tiene que ver con “un amor no correspondido” o “un complejo de inferioridad” muy grande con Buenos Aires. Esta misma idea explora la periodista Arlen Buchara en su reciente libro “Rosario, perfil de una ciudad al límite”, y la denomina “síndrome de la hermana menor”. Algo similar afirmó hace poco en diálogo con este medio la banda rosarina Oasis, que lleva 50 años haciendo música en la ciudad: desde los ochenta observan cómo el público local responde masivamente a las propuestas de afuera (incluso las independientes), pero sólo en casos excepcionales hace lo mismo con bandas locales.
“Se busca siempre la validación de Capital a toda costa y en todo tipo de ámbito, menos en el deporte. En el resto de las expresiones, pareciese que Capital es una meca y si estuviste por ahí sos claramente mejor. Es una sensación rara de que nada increíble puede estar pasando a la vuelta de mi casa, o con un compañero de la secundaria, o alguien que me cruzo todos los días en el super. No puede ser que esa persona haga algo increíble o que me emocione o me conmueve. No voy a pagar una entrada por algo que está acá nomás”, subraya Pérez, como si la distancia (en dirección a Buenos Aires) fuese un requisito para generar valor.
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Además, la lógica algorítmica reinante condiciona también la forma de acceder a la música. Es mucho más probable conocer una banda indie porteña, por estar bien posicionada en una lista de Spotify (curadas por grandes sellos o productoras), que a una banda o artista local que acaba de sacar un discazo y que suena increíble en vivo (lo cual sin ir más lejos se puede afirmar sobre todos los invitados de “No estén tan seguros”).
Otra arista de esta relación de inferioridad que Dani charla con los entrevistados es la noción de que cierta calidad técnica o de sonido pertenece solo a Buenos Aires. “Eso es tremendo y es algo de lo que empecé a tomar conciencia hace unos años hablando con colegas. Gente que te dice: ‘escuché el disco de tal, qué bueno que está, no parece hecho en Rosario’. Un músico de acá que dice eso se está auto insultando. Hace varios años que es mucho más accesible grabar en todo el planeta. No es fácil, pero tampoco es un secreto oculto en Buenos Aires”, señala el músico, que también hace producción, grabación, mezcla y mastering desde Audio Buró.
A pesar de las adversidades, en el ciclo queda claro que los músicos rosarinos no paran de componer, sacar discos, hacer fechas y, sobre todo, bancarse entre sí y apostar a lo colectivo. De esta manera, «No estén tan seguros» es una invitación a la crítica de las condiciones del presente en la medida en que es un paso necesario para pensar algo nuevo, un futuro en común.
