Barbi Recanati: «Es nuestra identidad lo que se escucha en las canciones»

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Barbi Recanati es una figura ineludible de la escena musical independiente argentina. Forjó ese lugar a base de una propuesta sonora siempre sólida, pujante y propia, y de una militancia sostenida por el lugar de las mujeres y disidencias en la industria. “Único y nuestro”, su tercer disco solista, asume y supera el desafío de consolidar una identidad musical sin caer en los lugares comunes. La gira nacional de presentación comienza en Rosario el próximo viernes 17 de octubre en el CC Güemes (Güemes 2808).

Tras el estreno del single “Submundo”, una canción sombría y bailable de espíritu nocturno, la artista lanzó a comienzos de septiembre el álbum de diez canciones. El material invoca una sonoridad inequívocamente Barbi a la vez que inaugura algunas capas nuevas a través del renovado protagonismo de los sintetizadores y la trompeta de Lux Raptor.

El viaje es directo a un bar de otra época, quizás un antro, donde una tristeza colectiva se gestiona y se exorciza a través del baile y el pogo. Un lugar un poco secreto donde se gesta una comunidad efímera pero fundamental, un espacio seguro para ser feliz un rato en una época hostil.

“Único y Nuestro” fue grabado en el estudio Átomo en Buenos Aires, nuevamente con Juan Manuel Segovia en la producción y guitarras, Tomás Molina Lera en batería, Lux en sintetizadores y vientos, y los coros inconfundibles de Marilina Bertoldi

Después del debut en Rosario, las canciones de “Único y Nuestro” sonarán por Córdoba, San Luis, Mendoza, Chile, Uruguay, Mar del Plata, Tandil, Tucuman, Salta y otros destinos, hasta llegar a una presentación cúlmine en la Ciudad de Buenos Aires a finales de noviembre.

Antes de su visita a la ciudad, Barbi habló con La Capital y dio detalles del proceso creativo detrás del nuevo álbum, y su renovada exploración de su rol como artista en tiempos revueltos.

– Desde los primeros compases del primer tema, aparece un sonido un poco nuevo, una capa de vientos, que puede hacer parecer que se puso play al disco equivocado. ¿Cómo fue esa búsqueda?

Son unas trompetas. Lux, además de tecladista, es trompetista. Estábamos buscando un clima visual que era una ciudad de noche, mojada, y apareció la idea de esas trompetas medio jazzeras para abrir la puerta a algo que no tiene nada que ver musicalmente pero sí visualmente. Es muy común cuando te metés a grabar un disco preguntarte un poco de qué va a ir. En nuestro caso, junto con Juan que es el productor de nuestro discos, Y con Tomi que es quien está en el estudio mezclando, venimos trabajando juntos hace tiempo. A mí los dos discos anteriores que hicimos, tanto “Ubicación en tiempo real” como “El final de las cosas” me encantan. Entonces el objetivo con este era ver cómo hacer un disco que nos gustara igual de mucho pero sin repertirnos. A veces cuando te gusta mucho el camino por el que vas, es difícil eso.

– Sin embargo, lograron que el disco suene inconfundiblemente a un disco de Barbi, pero incorporando novedades. ¿Pueden ubicar cuál es el corazón de ese sonido característico, eso que está ahí a pesar de que sumen elementos nuevos?

Creo que hay dos factores humanos ahí. En mi caso, mi voz y mi forma de componer son un estilo característico, así que por más que haga un disco acústico, eso va a estar. Pero en este proyecto puntual con el que hicimos los últimos tres discos, también está la cabeza de Juan. Ese es el otro factor humano y tiene mucho que ver con las guitarras y el audio. Esa combinación es el sello de este proyecto actual. Pero es sobre todo algo muy humano. Eso que la IA todavía no puede hacer. Es nuestra identidad lo que se escucha en las canciones.

– Este es tu primer disco desde que asumió el gobierno de Javier Milei. ¿Cómo fue componer en esta época revuelta?

Los últimos dos años creo que fueron un tornado de emociones y de supervivencia para todo el mundo. En mi caso particular, me afectó mucho porque me siento muy interpelada políticamente. Este gobierno en particular tiene muchos discursos de odio hacia cualquier comunidad vulnerada. A mí me tocó desde un montón de lugares personales y creo que donde más me afectó fue un momento del primer año en el que me pregunté para qué hago esto. Creo que es una discusión interna que tenemos en general en el arte. Hoy con las redes sociales, hay cosas que te hacen sentir que sos más importante de lo que sos, y otras que te hacen sentir menos importante de lo que sos. Sacás un disco, y de pronto viene alguien a preguntarte qué pensás de la inundación en La Matanza. Ahí pensás en por qué estás sacando ese disco si están pasando cosas mucho más graves. Todo se vuelve muy banal. Al mismo tiempo, viene alguien y te dice que perdió todo en esa inundación pero que se sintió muy acompañado por una canción tuya. Entonces, es muy raro ese momento en el que sentís que lo que hacés puede ser muy inútil y a la vez muy importante en este contexto. Convivís con eso y tratás de mantenterte en el medio. Pero esas dos puntas están todo el tiempo gritándote en la cara en internet. Hay una pérdida de poder adquisitivo para comprar entradas y una pérdida de tiempo libre porque tenés que trabajar más para llegar a fin de mes. Se perdió mucho el ocio. Entonces, los espacios de encuentro y de entretenimiento, el arte se vuelve un lugar de resistencia bastante grande.

– Por eso mismo, los shows en vivo, para quienes pueden ir, son un lugar de encuentro y celebración colectiva muy importante. En tu caso hiciste preventas con precios súper baratos para facilitar esto. ¿Cómo estás viviendo los shows?

En mis shows, casi el 100% de las personas que van están atravesando preocupaciones, angustias o alegrías similares, según el momento. Entonces se arma ahí como una condensación emocional que es muy linda. Incluso en los momentos feos, es lindo porque te sentís en compañía. Estar arriba del escenario y ver que se genera eso es muy místico, es medio mágico. Es como si fueras a la vez la carta de invitación y el testigo de algo que en este momento escasea mucho y que es muy necesario, que son los espacios de encuentro. Eso me hace sentir muy bien con mi música y con el proyecto general , porque estoy donde y como quiero estar, que es con toda esta gente.

– ¿Qué te pasa con el momento de incorporar las nuevas canciones a tu repertorio?

Sí. Me está pasando que estoy conociendo las canciones ahora. Y vamos a salir a tocar en vivo y ahí es donde se va a ver cómo impactan sonoramente, en la lista de canciones y con el público. Me entusiasma un montón. Hay algunas canciones que siento que generan climas que nunca tuvimos en vivo, desde lo electrónico o un costado un poco más jazzero. Rosario es el primer lugar de la gira. Así que va a ser un show muy importante.

– También sacar un disco nuevo es sumar opciones a la lista de temas. ¿Cómo gestionan el equilibrio entre mostrar lo nuevo y seguir compartiendo lo anterior?

Bueno, Rosario va a ser la primera prueba del orden de canciones. Si no funciona tan bien, probaremos otra cosa después. Pero la verdad creemos que va a estar bueno. Armar el setlist es complejo, de pronto parece que vamos a tocar treinta temas y después nos parece que un show de dos horas es un montón. Cada disco nuevo que sale es un duelo para el anterior. Sobre todo porque, por más que seamos una bastante de nicho, tenemos nuestros hits en ese nicho. Entonces tenemos claro que no podemos tocar en vivo y no tocar “Que no” o “Teoría espacial”. Cada vez que aparece un disco nuevo trae dos o tres de esos temas que no podés dejar de tocar. Y después de tres discos, ya tenés una lista con eso. Por eso me gusta hacer shows despedida de un disco, porque quizás va a ser la última oportunidad en muchos años de escuchar en vivo algunas canciones.

– Me interesa el nombre del disco porque creo que tiene mucho que ver con todo lo que venimos hablando. ¿Por qué aparece la idea de reivindicar eso que es “Único y Nuestro”?

Es una frase de la canción “Submundo”. El disco se iba a llamar “Submundo”, y después la banda me dijo que no le ponga el nombre de una canción. Nos dimos cuenta que el concepto del tema era esto de “Único y nuestro”. Las dos cosas tienen que ver con el mundo que nosotros habitamos, y algo a mí me importa un montón, que es la diferencia entre habitar un espacio porque no podés estar en otro, y habitar un espacio porque es el que querés habitar. Y en ese caso lo vas construyendo y lo defendés. Es único y nuestro. En este momento más que nunca, porque a veces tu espacio puede estar de moda o ser cómodo para la mayoría de las personas, y otras veces se vuelve un espacio de resistencia, donde todo lo que hacés está mal visto por el afuera.

– Se reeditó “Mostras del Rock” hace poco y pareciera que contar esas historias perdidas de las mujeres en la música cobra otro valor hoy en día. ¿Cómo lo viviste?

Es re flashero lo que pasa con «Mostras del rock» y casi cualquier acción de visibilidad feminista. Para mí cobra un sentido totalmente distinto ahora en el 2025 que en el 2018. En aquel momento, me acuerdo que hacía cosas que me daban un poco de vergüenza promocionar porque me parecían redundantes, que estábamos todas hablando de lo mismo y no quería que parezca que estaba queriendo lucrar. Para mí eran cosas importantes que existieran, pero no quería que se volvieran funcionales a la forma de consumo del momento. Ahora lo veo como algo super marginal. La tapa de “Mostras del rock” que salió en Argentina cuando salió el libro en 2020, es una tapa negra con el título. Cuando se editó en otros países, como España, Brasil, México, la tapa que eligieron era un compilado de imágenes del libro con distintas artistas. A mí me parecía redundante y obvio. Pero ahora dije: sí, hacela verde y poné a las pibas adelante.

– ¿Qué te sorprende todavía del oficio?

El amor de la gente es algo que me sorprende todos los días un montón. El impacto que puede llegar a tener tu música en las personas. A veces recibo mensajes que me dicen cosas re fuertes como que un disco mío los sacó de una depresión. Eso me parece muy increíble.“Es nuestra identidad lo que se escucha en las canciones”

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