El titular del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, aseguró este miércoles que el salvataje a la Argentina alcanzaría los USD 40.000 millones, de los cuales USD 20.000 millones corresponden al swap de monedas (intercambio que contablemente aumentaría las reservas del Banco Central, pero que es difícil pueda ser usado) y otros USD 20.000 millones se están negociando con privados, sobretodo bancos. Es un nuevo mensaje para intentar calmar la crisis financiera, pero la desconfianza es total, los resultados sólo duraron un par de horas y todos los valores volvieron a empeorar.
“El Tesoro de EEUU compró pesos argentinos en el mercado esta mañana”, declaró Bessent. La pregunta es cuántos días volveremos a leer las mismas palabras, qué monto están dispuestos a entregar para garantizar la fuga de capitales a bajo costo. Pero tuvieron un efecto limitado, el dólar oficial operó este 15 de octubre cerró a $1.355 para la compra y $1.405 para la venta, anulando la bajada que había tenido luego de los anuncios.
El problema para el Gobierno es que las reservas de divisas del Banco Central (BCRA) continúan cayendo, alimentando los pronósticos de una devaluación para después de las elecciones. Este miércoles bajaron otros USD 164 millones, acumulando una pérdida de USD 513 millones en dos días. La causa es, cuando no, la deuda; fuentes oficiales afirmaron que se pagaron USD 225 millones repartidos entre el CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe) y Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF).
En paralelo, el Ministerio de Economía solo logró renovar el 45,68% de los vencimientos de deuda en pesos de este miércoles y tuvo que cancelar $2,1 billones ¿Saldrá Bessent a comprarlos en estos días para seguir manteniendo el dólar atrasado?
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Los dichos del funcionario norteamericano llegaron luego del desplome del martes, cuando el mercado reaccionó ante el presunto condicionamiento de Trump, quien había supeditado el rescate financiero al resultado electoral del 26 de octubre. El presidente del BCRA, Santiago Bausili, reconoció en una entrevista que «hay una enorme demanda de cobertura» y agregó que es una “situación extrema”. Aunque lo hizo para argumentar que se trata de un «shock político» que «después de las elecciones habrá pasado”. Un optimismo que no comparte nadie fuera de los gobiernos de Estados Unidos y Argentina.
Lo cierto es que el traspié del encuentro Trump–Milei, que Bessent buscó contrarrestar con su anuncio, aumentaron las dudas sobre el futuro del esquema cambiario. Aunque el ministro Luis Caputo también ratificó la continuidad del sistema de bandas, Wall Street proyecta un salto inevitable: Morgan Stanley ubica el dólar en $1.700 para fin de año incluso en su escenario más optimista.
Un salvataje para los grandes empresarios amigos de Bessent y Caputo
Desde la capital estadounidense, Luis Caputo calificó el acuerdo como un “apoyo espectacular” y agradeció a Trump: “Donald Trump es nuestro fan número uno. Si continuamos este sendero, esta es una oportunidad para todos los argentinos”, sostuvo. Por su parte, Bessent fue explícito sobre el carácter político del apoyo: “Una victoria implicaría mantener un nivel de bloqueo sobre cualquier política negativa, para que el Presidente pueda vetarlas. La Argentina tendrá el respaldo de Estados Unidos mientras continúe con estas políticas.” En otras palabras, el “salvataje” financiero está atado a la continuidad del programa de ajuste, apertura comercial y especulación financiera.
Este modelo de dólar atrasado y renta financiera no es sostenible. La supuesta ayuda del Tesoro y el FMI solo busca garantizar la rentabilidad del capital especulativo mientras se profundiza la crisis social. Aún no se conocen los detalles de la nueva deuda, pero está claro que no será gratis. El Fondo Monetario Internacional (FMI), encabezado por Kristalina Georgieva, insiste en que el Gobierno debe avanzar con las contrarreformas laborales y previsionales, lo que implicaría un nuevo golpe a la clase trabajadora.
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Profundizar la dependencia con el FMI y Estados Unidos sólo puede traer peores condiciones de vida para el pueblo trabajador. El peronismo no propone una ruptura con el imperialismo, por el contrario viene de convalidar en el Congreso el préstamo fraudulento de USD 45.000 millones que Macri contrajo para financiar su campaña. Desde entonces, entre los gobiernos de Alberto Fernández y Javier Milei, se pagaron más de USD 52.387 millones en intereses de deuda. Solo los diputados del Frente de Izquierda Unidad (FIT-U) han votado en contra de esta deuda odiosa en el Congreso.
La historia reciente muestra que la movilización y la organización desde abajo pueden abrir escenarios de ruptura y transformación profunda. Para que la crisis no la sigan pagando las grandes mayorías, hace falta construir una fuerza política y social que se plante ante el FMI y el ajuste. La única salida en defensa propia del pueblo trabajador es denunciar este pacto de entrega, romper el acuerdo de sumisión con el FMI y Estados Unidos e imponer, mediante la movilización, el no pago de la deuda odiosa.