El regreso triunfal al Colón de la Orquesta Barroca Argentina, con la soprano Verónica Cangemi y el director italiano (y rosarino) Andrea Marcon Giammaria

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Por múltiples razones, algunas lógicas y otras casi inexplicables, la música barroca ha tenido en la Argentina una difusión extraordinaria y una gran cantidad de hacedores en diversos puntos del territorio. Muchos de ellos, formados y/o perfeccionados en los grandes centros europeos, hoy educan a las nuevas generaciones. Con el espíritu de reunirlos, hace más de una década la soprano Verónica Cangemi fundó la Orquesta Barroca Argentina (OBA). El lunes 18 de agosto, la formación tuvo un regreso triunfal al Teatro Colón, junto a su mentora y bajo la guía de un referente absoluto en el repertorio: el trevisano Andrea Marcon Giammaria.

Si un repertorio centrado en la ópera del barroco tardío corría el riesgo de quedar anclado en una sucesión de arias da capo, la elección redundó en una alternancia saludable de música vocal e instrumental, con centro en obra de Händel e incursiones en la producción de Vivaldi y Telemann; el armado eludió la monotonía y la fatiga, y la decisión de realizar el concierto sin intervalo resultó afortunada.

La obertura de Rinaldo fue la carta de presentación de la Orquesta: desde ese momento se pudo apreciar la excelencia de un conjunto compacto, y se lucieron el concertino Gustavo Di Giannantonio y la fagotista Azul Chiavia. Aunque era la primera vez que Marcon Giammaria dirigía a la OBA, sus lazos afectivos fuertes (es hijo y hermano de rosarinos) contribuyeron sin duda a que todo fluyera sin rispideces, y la música fue la más beneficiada con esta relación entrañable.

Después de esta introducción con Händel, el ingreso de Verónica Cangemi se dio con dos arias de Vivaldi. En la primera, Sol da te, mio dolce amore, de Orlando furioso, intervino Gabriel Persico en un hermoso diálogo entre la flauta traversa y la voz. En Ritorna a lusingarmi (de la Griselda), Cangemi desplegó su mejor perfil: el dominio de la coloratura con un sentido expresivo, el conocimiento del estilo y el manejo adecuado de los recursos.

Una exquisita propuesta instrumental, el Concierto para flauta traversa, flauta dulce, cuerdas y continuo en mi menor de Telemann, contó con la participación de Persico (traverso) y de Eugenia Montalto (flauta dulce), excelentes tanto en su diálogo como en el que se establece con el ensamble. A las órdenes de Marcon Giammaria, la OBA fue nuevamente un motor de fuerza imbatible, especialmente en el Presto final, rústico y arrollador.

Verónica Cangemi. La soprano es la fundadora de la Orquesta Barroca Argentina, que se presentó en el Teatro Colón. Foto: Juanjo Bruzza

Voz y ambientación perfecta

Con el famosísimo Ombra mai fu (Serse) se dio inicio a la segunda mitad, íntegramente dedicada a Händel. Aquí, Cangemi logró encontrar bellos matices para la línea vocal y la orquesta ofreció la ambientación perfecta.

Otras cuatro arias de la producción lírica del compositor de Halle mostraron más aspectos de su creatividad: tanto en Vezzi, lusinghe e brio como en Volate, amori (ambas correspondientes a la Ginevra de Ariodante), la soprano volvió a exhibir agilidad, musicalidad y estilo.

En Ah, mio cor (rol titular de Alcina), la sección central, mejor resuelta por la solista que el inicio, arrancó una ovación a destiempo antes de la recapitulación; cabe destacar aquí -aunque su tarea fue impecable en todo el concierto- al continuo integrado por María Jesús Olóndriz, Claudia Di Giannantonio, Dolores Costoyas, Hernán Vives, Jorge Lavista, Azul Chiavia y Hernán Cuadrado, con la contribución de Marcon Giammaria.

El cierre, con La mia costanza (de la menos difundida Ezio), aportó brillo en un clima festivo al que contribuyó un público agradecido en el que se contaban muchos miembros de la gran familia de la música antigua local. En el centro de esta segunda parte resultó deliciosa la interpretación del primero de los Concerti grossi op. 6 de Händel, con un fabuloso trío solista integrado por Gustavo Di Giannantonio y Rodolfo Marchesini en violines y Claudia Di Giannantonio en cello, y el lucimiento del ensamble (mención especial para los oboístas Diego Nadra y Marisa Schmidt).

Verónica Cangemi, Andrea Marcon Giammaria y la Orquesta Barroca Argentina dieron un concierto maravilloso en el Teatro Colón. Foto: Juanjo Bruzza

Las dos arias fuera de programa estuvieron dentro de lo esperable y esperado: Tornami a vagheggiar (Alcina), ligera y luminosa, y la siempre aplaudida Lascia ch’io pianga, que cerró el círculo sobre Rinaldo y recordó la Almirena de Cangemi en ese mismo escenario en la temporada 2012.

Con una demostración tan incontestable de fuerzas locales, sólo cabría esperar que el repertorio lírico barroco dejara de ser una rareza en nuestras temporadas y se instalara con la misma fuerza con la que reina en los otros grandes escenarios del mundo.

Ficha

Concierto de la Orquesta Barroca Argentina

Calificación: Muy bueno

Con: Verónica Cangemi (soprano), Orquesta Barroca Argentina Dirección y clave: Andrea Marcon Giammaria Teatro: Colón, 18 de agosto.

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