En una semana harto complicada -el pastor chaqueño millonario, el off the record de Alejandro Fantino y las desmentidas posteriores, las valijas misteriosas y el desaire al acto en Tucumán-, en unas pocas horas el gobierno perdió por seis a cero en el Senado. Todo indica que fue un golpe autoinfligido, al ver que no podían torcer la voluntad de los gobernadores dialoguistas y que era preferible perder con las botas puestas del superávit fiscal. Acto seguido, el presidente recurrió a su famoso argumento del “principio de revelación”, que significa que un hecho negativo termina siendo positivo. Sería una versión actualizada del famoso “lo que sucede, conviene”, que popularizó Marcelo Tinelli.
Lo ocurrido en el Senado tiene varias complicaciones para el oficialismo. La primera es que son todos temas sensibles para la opinión pública: jubilaciones, inundaciones, discapacidad, fondos para obras. La segunda es los interrogantes que se generarán en los mercados respecto a la gobernabilidad. La tercera es que la cuchillada por la espalda vino de varios que son dialoguistas. La cuarta es que crece el incentivo a darle más golpes en plena etapa electoral. La quinta es que los gobernadores allegados están empezando leer lo mismo: el apoyo social a Javier Milei se está deteriorando. Y la sexta es que, si aceptan algunas demandas, abrirá la puerta para una catarata de otras muchas pendientes (las residencias médicas, las retenciones, el presupuesto universitario, etc.). Demasiadas cuestiones para resolver en el corto plazo.
Milei y el día después
Pero, ¿por qué se produce esto ahora? Se fueron sumando factores. En primer término, los dialoguistas consideran al gobierno un “mal pagador”, lo cual colmó la paciencia: hacer favores sin retribución, solo por amor al prójimo, en política no funciona. En segundo lugar, a los mandatarios se les cayó la recaudación porque la economía no levanta lo esperado y eso produce tensiones que no pueden permitir en pleno año electoral. El tercer tópico es que la aprobación del Ejecutivo nacional se viene desgastando desde principios de 2025, como claramente lo muestra el Indice de Confianza en el Gobierno de la Universidad Di Tella. En nuestros estudios cualitativos en varias provincias venimos observando un creciente malestar con que la administración libertaria no les da a los gobernadores los recursos que les corresponden, mostrando un renacer federalista. El cuarto punto es que LLA no termina de definir qué quiere hacer electoralmente en los distritos allegados: ¿van separados o juntos?. Si van juntos, ¿quién pone al número 1? ¿Cómo se llamarán los frentes?
El presidente dice que va a judicializar los temas en debate. Difícil que obtenga ventajas ahí, ya que se trata de temas de política pública, no constitucionales. Tampoco es muy factible que el Poder Judicial se meta con la legalidad de los procedimientos legislativos, porque son cuestiones que le corresponden a otro poder. De modo que recurrir a los tribunales solo le permite ganar tiempo para llegar a la elección y, en la medida de lo posible, al 10 de diciembre, cuando LLA crezca notablemente en cantidad de diputados y senadores.
Cuando un gobierno logra una fórmula del éxito, es muy difícil que dé el brazo a torcer. Le pasó a Carlos Menem con la Convertibilidad y ahora Milei se abraza a la motosierra, la baja de la inflación y un dólar estable. Nada que él crea que conspira contra su fórmula estará dispuesto a cambiarlo, mucho menos antes del primer test electoral.
La reacción del gobierno
Ahora vendrán los vetos a las cuestiones jubilatorias y discapacidad. A favor del gobierno juega que estamos a unos 25 días de la inscripción de frentes electorales para los comicios nacionales y a 35 días del registro de candidaturas, con lo cual buena parte del Congreso estará ocupado en sus cuestiones políticas. Nada impide, de todos modos, que los bloques opositores se calcen los guantes y quieran golpear a LLA en plena campaña.
Si el golpe se lo hubiera dado solo el kirchnerismo, el gobierno podría argüir con más tranquilidad que “los malos” lo quieren voltear. Obviamente, la tropa de Cristina Kirchner siempre será partícipe necesario de esos eventos. Pero ahora hablarán otros actores, desde otro lado y con otra legitimidad, para defender las decisiones tomadas. Por ejemplo, el senador Luis Juez, quien tiene una hija discapacitada.
Por las dudas, el presidente ya encontró argumentos para echarles la culpa a los gobernadores por si las cosas vienen mal barajadas: si hay inestabilidad cambiaria, reducción de la inflación más lenta o incremento del riesgo país, es porque “los mandriles” se portaron mal, a expensas de la gente. Una buena narrativa hace un tiempo. Pero el humor social hoy es distinto.