Imagine entregar los ahorros de su abuela a un jugador compulsivo. O poner al mando del colectivo escolar a un acróbata del rally. Eso hizo la Argentina al dejar su economía en manos de ex traders de Wall Street.
El equipo económico de Javier Milei parece una sucursal recargada de JP Morgan: no hay plan de desarrollo, solo planillas; no hay política pública, sino operaciones financieras. Luis “Toto” Caputo, Santiago Bausili, Pablo Quirno y José Luis Daza integran lo que podríamos llamar la “Hermandad del Póquer del Mentiroso”, expertos en vender optimismo financiero a precio de oro. Operadores de crisis reconvertidos en funcionarios.
El economista Michael Lewis, en su libro El póquer del mentiroso (1989), retrató la cultura de estafa premiada en Wall Street, donde mentir y simular son virtudes. Es el modelo que adoptó este gabinete económico. Caputo y Bausili fueron formados en JP Morgan y Deutsche Bank; Quirno y Daza completan un grupo de especuladores que no entienden la lógica del Estado.
Caputo ya protagonizó un ciclo de endeudamiento entre 2016 y 2018 por más de 100.000 millones de dólares. Hoy repite la receta; más deuda, beneficios para amigos, ajuste feroz y relato de austeridad. Bausili, actual presidente del BCRA, impulsa un esquema hecho a medida del carry trade; alta tasa de interés y dólar pisado para fondos de inversión. Quirno ejecuta técnicamente las emisiones de bonos y letras. Daza actúa como nexo con Washington, facilitando el ingreso de capitales especulativos.
La racionalidad del trader es mentir con aplomo. Caputo afirma que hay superávit fiscal mientras posterga pagos con emisión de deuda y licúa el gasto previsional. Sostiene que no hay emisión monetaria, cuando el BCRA paga intereses con bonos. Dice estar “saneando” el balance del BCRA, mientras acumula pasivos indexados en pesos.
Además, proponen un blanqueo de capitales sin obligación de declarar origen ni pagar impuestos. Es decir, legalizar dinero sucio al estilo de los paraísos fiscales. La Argentina se convierte así en una caja negra del sistema financiero global.
Este modelo no busca desarrollo ni equidad. Opera con impunidad y cinismo, como si el país fuera una mesa de dinero. La democracia queda relegada. El pueblo es apenas un cliente engañado, sin fichas ni poder de reclamo.
Como advertía Meriwether en el libro de Lewis: “Diez millones de dólares. Sin lágrimas”. Eso es lo que le proponen a la Argentina; un ajuste brutal, sin piedad. Pero cuando la fiesta termine, ellos ya no estarán. Habrán vaciado el Banco Central, provocado un nuevo default y desmantelado el aparato productivo.
Y volverán a Wall Street como expertos, reciclados como consultores de Anker y otras. Dejarán tras de sí una Argentina sin industria, sin moneda y con una clase media diezmada. Pero el daño más profundo será cultural; un país donde mentir es estrategia, ajustar es virtud y gobernar es mover fichas.
Lo peor de Wall Street ya no está en Manhattan. Está en Buenos Aires. Y juega sin lágrimas.
* Director de Fundación Esperanza.