Montaña rusa comercial: nuevo capítulo en la guerra comercial entre China y Estados Unidos

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*Por Bianca Lombardi

El 12 de mayo, Estados Unidos y China firmaron una Declaración Conjunta mediante la cual las partes se comprometían a reducir los aranceles impuestos en los últimos dos meses, dándole inicio a una tregua de 90 días (que podría prorrogarse). En concreto, los dos países prometieron adoptar las siguientes medidas antes del 14 de mayo: Estados Unidos bajaría el porcentaje de derechos a la importación desde China de 145% al 30%; y China reduciría los tributos a los bienes norteamericanos del 125% a 10%.

No obstante, la cuerda amistosa que une a las dos potencias se volvió a tensar luego de que Trump impidiera a empresas estadounidenses vender a China software utilizado para diseñar semiconductores – el segundo bien más exportado del mundo en la actualidad -. Al mismo tiempo, Washington advirtió a las empresas norteamericanas contra el uso de chips de inteligencia artificial fabricados por el gigante tecnológico chino Huawei. A esto se suman las declaraciones del secretario de Estado de la Casa Blanca – Marco Rubio -, quien anunció el miércoles que el gobierno de Estados Unidos comenzará a revocar los visados de los estudiantes chinos.

En síntesis, a poco más de 15 días de iniciada la tregua, el proceso de negociación se encuentra en un momento de estancamiento, y las relaciones se vuelven a friccionar.

Repercusiones del impasse

Podemos decir que el objetivo de esta tregua fue dual: por un lado, brindar cierta calma y estabilidad a los mercados (de hecho casi todas las bolsas del mundo tendieron al alza luego del anuncio del acuerdo); y ganar tiempo para seguir negociando medidas que sean sostenibles a largo plazo y beneficiosas para ambas partes.

Pero si hacemos doble clic en los impactos de la tregua, también vamos a encontrar algunas consecuencias que perjudican a todas las empresas vinculadas al comercio internacional. La que más repercusión tuvo por la cantidad de actores afectados fue el aumento en los costos de los fletes por una suba abrupta de la demanda, las demoras en las salidas, y la extensión de los transit time – duración del tránsito -.

Esto se debió a que, frente a la incertidumbre, las empresas estadounidenses importadoras de bienes chinos están intentando stockearse e importar todo lo que puedan antes de que finalice la tregua. Un dato no menor es que Estados Unidos es el principal comprador a nivel mundial, y China el mayor exportador en la misma escala, por lo cual es de esperarse  que el coletazo de sus movimientos repercuta fuertemente en el resto de los actores internacionales.

*Bianca Lombardi. Licenciada en Relaciones Internacionales por la UNR. Maestrando en Comercio Internacional por la escuela de graduados de la UNC.

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