Es necesario un paro general para unir las luchas en el país y enfrentar los ataques de Milei

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“No, no, no” fueron las declaraciones del secretario general de la CGT este jueves a la salida de Casa Rosada ante la pregunta de un periodista acerca de si se estaba evaluando hacer un paro tras el decreto del Gobierno que intenta anular el derecho a huelga. No habría clima para llamar a una medida de ese tipo, según Daer.

Durante esa breve conversación con periodistas, acerca del decreto, el dirigente de la central solo habló de ir a la justicia (la semana que viene); mientras que por los congelamientos salariales señaló que eso se iba a ver “actividad por actividad”. Es decir, fragmentando en lugar de buscar unir a los distintos sectores atacados que quieren pelear.

Es que los Daer, Arguello y Acuña sólo tienen como fin contener a las filas obreras impidiendo que sus reclamos se extiendan y avancen en distintas formas de lucha. Pero si de clima social se trata, los hechos recientes en la Argentina de Milei dicen algo muy distinto a la percepción sensorial del dirigente.

Lo que pasa en Tierra del Fuego, a partir de los anuncios del Gobierno para eliminar aranceles a las importaciones de productos fabricados en esa provincia, es un claro ejemplo de lo que esos dirigente no quieren. En esa provincia los metalúrgicos están de paro por tiempo indeterminado, con movilizaciones y concentraciones en las puertas de las fábricas que amenazan con despedir. Se calcula que son alrededor de 8.000 puestos de trabajo los que están en peligro. Esa situación empujó a que los sindicatos provinciales tuvieran que llamar el miércoles a un paro general en la isla por 24hs.

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Mas al norte, en la provincia de Buenos Aires, gobernada por Axel Kicillof, las y los docentes pararon este martes en rechazo a una propuesta de aumento miserable acordada entre el Gobierno provincial y Baradel, titular del SUTEBA. La medida tuvo una fuerte adhesión, llegando al 80 % en un distrito clave como La Matanza y del 95 % en Ensenada y fue organizada desde las escuelas, entre docentes, familias y estudiantes.

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Otro caso es el de los choferes de colectivos que fueron protagonistas de un paro total del servicio dos semanas atrás y que decidieron ir (y van) más lejos de lo que la dirigencia de Roberto Fernández desea. Rechazaron el acuerdo salarial, realizaron importantes cortes como el de Puente Saavedra, y siguen coordinando encuentros de delegados independientes para evaluar medidas de lucha a pesar de la conducción sindical.

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Los trabajadores del Ingenio Ledesma en Jujuy, se vienen preparando ante amenazas de despidos. La empresa de la familia Blaquier alude una falsa crisis que no puede demostrar, pero los obreros azucareros denuncian que no se trata más que de un ataque para disciplinar.

Esta semana en Buenos Aires hubo paros de docentes universitarios, una movilización importante de trabajadores auxiliares (no docentes) y de trabajadores estatales hacia el Ministerio de Economía.

Pero es importante señalar que no se trata solo de peleas en cada gremio o sector, presionando en algunos casos y superando en otros, a las direcciones oficiales, sino que en muchos de esos ejemplos aparece también la unidad con otros sectores y la solidaridad entre los de abajo. En la provincia del fin del mundo la vida de la gran mayoría de las familias depende de los salarios de quienes trabajan de las fábricas de productos tecnológicos, como Newsan, BGH, Mirgor o Victoria. Por eso los trabajadores en lucha, vienen contando con el apoyo y solidaridad de los vecinos y familiares, que participan en las movilizaciones, difundiendo y defendiendo el conflicto, y apoyando materialmente.

Los docentes del Gran Buenos Aires también dieron lecciones contra la fragmentación de las peleas que procuran los líderes sindicales. Fue durante el fuerte temporal, combinado con el ajuste en las obras de infraestructura, que entre otras zonas, golpeó fuertemente a la zona norte del GBA provocando inundaciones que destruyeron todo a cientos de familias. Las y los trabajadores de la educación se pusieron a la cabeza de organizar la asistencia solidaria a los miles de afectados.

Por su parte, los jubilados vienen de ponerle el cuerpo una vez más este miércoles al ajuste de Milei sobre sus haberes de indigencia, sufriendo nuevamente una brutal represión por parte de las fuerzas de Seguridad de Patricia Bullrich. Ahí estuvieron también los trabajadores de prensa, que continúan siendo uno de los blancos predilectos del gobierno ajustador, pero que tampoco le sacan el cuerpo a la calle.

Pero por si fueran pocas las peleas que diversos sectores vienen enfrentando, el Gobierno busca avanzar nada menos que con el derecho a huelga, a través de un decreto de dudosa efectividad. Sabe que su plan de ajuste genera resistencia y no sabe cuánto más podrá contenerla con represión.

¿Cuántos motivos más necesitan las centrales sindicales para llamar un paro general y un plan de lucha?

Hace falta que la CGT y las CTA llamen a asambleas en los lugares de trabajo para discutir todas las medidas de fuerza necesarias para enfrentar los ataques del Gobierno, confluyendo en un paro general como parte de un plan de lucha que tenga como perspectiva la huelga general, para derrotar los planes de Milei y el FMI.

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