SOCIEDAD
Enfrentamientos armados y quema de viviendas desataron el caos en varias colonias de Culiacán este jueves
La tarde de este jueves 27 de marzo, Culiacán volvió a ser escenario de una jornada de terror. El gobierno estatal apenas logró contener la situación mientras la violencia sigue normalizándose en Sinaloa.
Múltiples balaceras estallaron de manera simultánea en al menos seis colonias, entre ellas 21 de Marzo, Lázaro Cárdenas, Guadalupe Victoria y Antonio Toledo Corro.
Vecinos reportaron la presencia de comandos armados que irrumpieron disparando y provocaron una ola de pánico.
Al mismo tiempo se registraron incendios en varias viviendas, lo que obligó a la movilización urgente de cuerpos de emergencia.
Bomberos combatieron el fuego en medio del riesgo de nuevos ataques armados. La ciudad, una vez más, quedó atrapada entre el fuego cruzado y la impotencia gubernamental.
Autoridades reaccionaron tarde y sin control total
La Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa confirmó el despliegue de operativos para controlar la situación. Sin embargo, la respuesta fue tardía asi como limitada, como suele ocurrir en este tipo de episodios. Durante horas el control lo tuvo el crimen organizado, no el Estado.
Los enfrentamientos y los incendios ocurrieron en zonas densamente pobladas, lo que elevó el nivel de riesgo para los civiles.
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Sinaloa: tierra sin ley donde manda el crimen
Este nuevo episodio de violencia se suma a una larga lista de hechos similares que han azotado a Sinaloa en los últimos años.
La disputa interna entre facciones del Cártel de Sinaloa ha generado un estado de guerra permanente. Y mientras eso ocurre, el gobernador Rubén Rocha Moya guarda silencio o minimiza los hechos.
El gobierno federal tampoco ha logrado frenar el avance del narco en la región. Las fuerzas armadas patrullan algunas zonas, pero sin atacar de raíz el problema.
Y en Culiacán, la ciudadanía ha aprendido a vivir con miedo como parte de la rutina.
La violencia se normaliza mientras el Estado se desdibuja
La quema de casas y los tiroteos a plena luz del día confirman que la impunidad es la regla en Sinaloa. Los cárteles operan con total libertad, sin enfrentar consecuencias reales. Y el gobierno, en vez de garantizar seguridad, apenas administra la violencia.
Mientras el presidente presume abrazos y la gobernadora Sheinbaum habla de “proyectos sociales”, los ciudadanos siguen cayendo bajo las balas del narco.
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