Cientos de casas y edificios corren riesgos por la sal marina en Pinamar y Villa Gesell

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PINAMAR (Enviada especial).— El viento salino sopla de manera casi constante en la costa atlántica, y carga partículas diminutas, como si arrastrara consigo la historia del mar. Cada ráfaga tiene una fuerza implacable que deja huellas en lo que toca. La sal se adhiere en los primeros años sin que se note, en un recorrido silencioso que perfora, oxida y degrada. Con el paso del tiempo, lo que parece resistente comienza a mostrar señales de fatiga: manchas oscuras, corrosión, grietas que aparecen.

Esto es lo que está sucediendo en las bases y costados que sostienen a cientos de edificios y casas en Pinamar y Villa Gesell. Con el paso de las décadas, el aire salino ha ido desgastando la infraestructura de estos destinos turísticos, cuyos edificios con más de 40 años de antigüedad y cerca del mar ya muestran los estragos del tiempo y del clima extremo.

Con cada temporada, el proceso avanza, y lo que antes era sólido y seguro, ahora muestra vulnerabilidades. En muchos casos, no solo es la apariencia lo que se ve afectado, sino también la estructura misma, que en los próximos años puede poner en peligro la estabilidad de lo que una vez fue una obra perdurable.

El centro de Villa Gesell.Marcelo Manera – LA NACION

Pinamar y Villa Gesell tienen cientos de construcciones en la mira por los daños del viento de mar. Estos edificios y propiedades bajas -que requieren más cuidado y control que el resto- son aquellos que están ubicados hasta a 600 metros del mar y están hechos con hormigón y acero fabricados en los años 70.

Los materiales más susceptibles a este tipo de desgaste son además el hierro y el concreto, todos elementos comunes en la construcción de la época. La sal que se deposita sobre estas superficies reacciona con el agua y el aire, creando una erosión que debilita las estructuras.

LA NACION realizó una recorrida por los centros de Pinamar y Villa Gesell, donde se concentran las construcciones más antiguas. La falta de pintura es evidente, pero también se notan las grietas y el óxido.

El hecho más trágico que ocurrió en Pinamar fue en 1992, un caso que conmocionó a la ciudad. Mientras cuatro jóvenes pertenecientes al club de rugby San Cirano veraneaban, su balcón del octavo piso del edificio Atica I cedió y cayó de lleno al vacío, matándolos de manera instantánea. Tras la investigación se comprobó que había fallas estructurales en la construcción y que los balcones se hicieron después que el resto de la estructura.

Así está el edifico Atica I cuyo balcón se derrumbó en 1992. Por el hecho cuatro jóvenes murieron.Marcelo Manera – LA NACION

El caso hizo que el control sobre las construcciones cambien de rumbo y sea más exhaustivo: por un lado, que las nuevas edificaciones sean más resistentes, y por el otro, hacer inspecciones exigentes y periódicas.

Respecto al marco legal, en Pinamar rige el Código de Edificación, aprobado por la Ordenanza 5141/2017. Este código detalla los procedimientos y requisitos para las inspecciones. Como resultado, la Dirección de Obras Particulares está facultada para realizar inspecciones preventivas en edificios viejos y obras, detectar posibles riesgos estructurales, evaluar el estado de conservación y garantizar que las construcciones cumplan con las normativas vigentes. En algunos casos, los edificios con más de cierta antigüedad deben presentar certificados de seguridad estructural expedidos por un profesional habilitado. Aquellas construcciones que no cumplan con las inspecciones obligatorias o presenten riesgos para terceros pueden ser sancionadas, clausuradas o sometidas a intervenciones de oficio por parte del municipio.

Por el momento, la solución existente para evitar los derrumbes y el deterioro queda en manos de los propietarios y los responsables técnicos de esas construcciones, que tienen la obligación de cumplir con la ordenanza al realizar tareas periódicas de mantenimiento y conservación: deben inspeccionar las estructuras, fachadas y techos para evitar riesgos de colapso.

Laura Bernaola es arquitecta y realizó decenas de obras nuevas frente al mar. En diálogo con LA NACION, admite los desafíos que enfrentan las construcciones más viejas debido al viento con sal marina, que penetra en los materiales. “El hormigón puede tener defectos que permiten la degradación del hierro. En esos casos, después de que se empiezan a ver las fisuras, hay que hacer un revoque. Debemos poner en evidencia esto, hay edificios o casas donde los propietarios no han querido invertir”, considera.

El centro de Pinamar, donde están las construcciones más antigüas.Marcelo Manera – LA NACION

En definitiva, según comenta, la infraestructura en ciudades costeras requiere atención especial debido a su proximidad al mar. Para las construcciones futuras, Bernaola asegura que “es necesario utilizar acero inoxidable resistente a ambientes marinos”. En tanto, para los más viejos, sugiere “renovar, extraer o reemplazar componentes dañados”.

Un incidente también marcó un punto de inflexión en Villa Gesell. En 2020, se derrumbaron tres balcones de un edificio ubicado frente al mar, con más de 40 años de antigüedad. Esto provocó que las autoridades avancen de lleno para que no se repita. Como resultado, en 2023 comenzó a regir la Ordenanza 1847/02, que establece la “inspección obligatoria, conservación y mantenimiento de las fachadas, balcones, marquesinas y carteles publicitarios”.

Antes, el Decreto 142/2020 obligó a los propietarios a realizar inspecciones periódicas y tareas de mantenimiento para evitar derrumbes. Igualmente, es evidente que esta localidad bonaerense quedó detrás de Pinamar en lo que respecta a su renovación y paso a edificios más modernos.

El edificio donde se derrumbaron 3 balcones en Villa Gesell en 2020. No hubo heridos.Marcelo Manera – LA NACION

Nicolás Valdéz, director de Inspección de edificios privados y públicos de Villa Gesell indicó a LA NACION que hay 892 edificios en estudio en el municipio. “Casi el 90% de estos corresponden a inmuebles de más de 40 años. Nosotros hacemos relevamiento e inspecciones oculares de forma regular y durante todo el año”, destacó a este medio sobre las medidas de prevención que se llevan a cabo.

“Además se realizan controles técnicos en ascensores, montacargas y escaleras mecánicas. Cuando se detectan situaciones riesgosas se busca notificar al responsable del inmueble para que lo subsane con intervención de profesional habilitado. La mecánica establecida implica la presentación de informes técnicos de estudio de estas situaciones cada tres años. Son todas obligaciones que recaen en cabeza del propietario del inmueble o su responsable jurídico”, cerró Valdéz.

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